Vistas de página en total

lunes, 29 de julio de 2013

Cuando el agua canta - Segunda parte.

Dos amantes perdidas,
una entre tierras cubiertas de sangre,
otra entre aguas teñidas de rojo.
Aquello, a sus ojos, era una masacre,
pero a los ojos de su gente,
era justicia, simplemente.

Ellas se amaban como nadie podía imaginar,
pero estaban enfrentadas,
la tierra y el mar.

Solo deseaban estar juntas,
sin nada más en lo que pensar,
pero estaban enfrentadas,
la tierra y el mar.

Los pueblos atacaron, 
ante aquella traición de su gente,
no podían estar juntas,
a pesar de que su amor era para siempre.

Lucharon hasta el final,
cayeron de la mano,
ahora sus almas descansan en un lugar lejano,
juntas eternamente, como su amor,
que representaba la muerte.

Muerte por amor,
amor por muerte.
¿Qué mas daba? Si ya iban a estar juntas,
alejadas de aquella gente.
De aquel mundo que les discriminaba por ser diferentes.
Muerte por amor,
amor por  muerte.


  Su voz de apaga lentamente, mientras las lágrimas recorren mi rostro, ya húmedo. 
  Nos vemos cada noche desde aquel día, del que ya pasan meses, cuando mis padres duermen. El primer día, cuando se hizo pasar por una humana, me pillaron en el agua, pero por suerte no la vieron a ella, que me dijo «Viene alguien» y antes de que pudiera mirarla ya había desaparecido en las profundidades del lago, que, según me había dicho, conectaba con el mar en un túnel submarino. Mis padres me preguntaron que qué hacía en el agua a esas horas, y yo des dije lo primero que se me ocurrió: que andando me había tropezado y como estaba muy a gusto, me quedé. Creo que no me creyeron, pero al menos dejaron el tema. Después, me explicaron que se habían ido a dar una vuelta y que se les había hecho tarde. 
  Venus me visitaba en su forma humana muy escasamente, y me había negado una explicación cada vez que le había preguntado cómo se transformaba. Tan solo me había dicho que el hechizo caducaba al anochecer y que las cicatrices de su cuello cuando se transformaba eran sus branquias cerradas. 
  Cuando acabamos de cenar, me siento en el sofá a esperar a que todo el mundo se vaya a la cama, pero mi padre se queda leyendo más de lo habitual. Por la ventana, veo a Venus nadando demasiado cerca de la superficie. Me preocupo. ¿Cuánto tiempo llevará esperándome? No puedo resistirme más, y le digo a mi padre:
-Papá, no me entra el sueño, voy a dar una vuelta.
-Den, cariño, no hagas tonterías y vete a la cama. Es peligroso que vayas sola por ahí a estas horas.
  Empiezo a desesperarme. 
-Pero papá, si aquí no hay nadie...
-He dicho que no. A la cama.
  Pongo los ojos en blanco, y echo un rápido vistazo al salón. Las ventanas están abiertas, si me escapo me verá. Pero entonces veo las cortinas.
-Vale, pero cierra las cortinas, que entran bichos -y, sin darle tiempo a responder, me levanto y cierro todas y cada una de las cortinas del salón. Después de un "buenas noches" voy rápidamente a mi cuarto, que está en el piso superior, y sin pensar mucho en una estrategia, bajo por un árbol cercano a mi ventana. 
  Cuando ya estoy cerca del suelo, me caigo, pero no puedo quejarme, nadie puede saber que estoy aquí. 
  Corro hacia el lago, y, por querer frenar demasiado tarde, me caigo al agua. Espero no haber hecho mucho ruido.
  Venus viene corriendo a mi encuentro, y me saca del agua.
-¿Estás bien? ¿Por qué has tardado tanto? -Como cada vez que la veo, su voz me hipnotiza. Cuando salgo de mi antontamiento, respondo:
-Sí, estoy bien. Perdón, es que mi padre no se va a dormir, he tenido que escaparme de casa.
-No quiero que tengas problemas por mi culpa -dice, preocupada.
-Tranquila -le sonrío. Ella también sonríe. Que sonrisa más bonita, es como un ángel... como un ángel surgido del Infierno, por su pelo y el toque maligno que tiene su sonrisa. Entonces, me coge por los hombros, se me acerca y me susurra al oído:
-Tengo una sorpresa para ti, ahora vuelvo.
  Y, tras un rápido beso, desaparece en el agua.
  Debo confesar que la espera se me hace eterna, aunque reconozco que Venus ha sido muy rápida. Cuando regresa, lleva un colgante precioso. Tiene una cadena del color del blanco más puro, con una pequeña figura plateada en la que se representa a una sirena sentada en una roca, sonriente, con los ojos cerrados y una lágrima surcándole el rostro. Tiene detalles en dorado, como el pelo, la lágrima, y algunos reflejos de agua en la cola y en la roca.
-Es precioso -susurro.
-Pero eso no es todo -dice, emocionada-. ¿Sabes quién es mi madre? ¡Es una de los mujeres más importantes de todo el Reino Marino! Bueno, era. Y ese colgante lo he heredado yo. Tiene un poder especial. Permite a los humanos respirar bajo el agua, y a las sirenas convertirnos en humanos durante el día. La única diferencia es que las sirenas tenemos que verter sangre en él, y los humanos no.
  Esa información me sobresalta.
-¿Qué? ¿Sangre? ¿Y tú...? -No me atrevo a acabar la pregunta. Le quiero demasiado como para que se autolesione, y mucho más por mi. Ella, como respuesta, me enseña la muñeca derecha, que está llena de cicatrices.
-¡Estás loca! -le digo -. ¿Por qué has hecho eso? No vuelvas a hacerlo, por favor, te lo ruego.
-Yo... solo quería poder verte más. Lo siento.
-No... no pasa nada, Venus. -Le sonrío y hago un ademán de ponerme el colgante, pero ella me para agarrándome el brazo con la mano izquierda. Hace pocos días me di cuenta de que era zurda.
-¡Espera! -Exclama. -Te saldrán branquias. Creo que duele un  poco, pero luego te quitas el colgante y desaparecen sin dejar marca. Hazlo solo si tu quieres, no te voy a obligar.
-Claro que quiero -respondo. Y, cuando ella retira su mano con suavidad de mi muñeca, me pongo lentamente el colgante. Empieza a dolerme el cuello, siento como se me abren las branquias, dejo de poder respirar por la nariz y un potente agobio se apodera de mi por la falta de aire. Abro los ojos como platos, y miro a Venus, asustada, mientras ella me dice:
-¡Respira por las branquias! ¡Las branquias! -Y me hunde con brusquedad en el agua. Entonces, puedo respirar. Sonrío, más calmada, aunque el corazón sigue latiéndome con rapidez. Ahora Venus está frente a mi, bajo en agua. Me acerco a ella y le beso con dulzura, mientras el corazón se me acelera aun más.
-¿Quieres que te enseñe el lago? Será rápido, lo prometo. Volveremos mucho antes del amanecer.
-Claro -mi voz suena rara bajo el agua, respirando por branquias, y me río. Es más melódica. Venus se ríe conmigo. Me coge de la mano y empieza a nadar, arrastrándome tras de si.
  El fondo del lago es la cosa más bonita que he visto nunca: todo lleno de peces de distintos colores y tamaños, el suelo lleno de piedras, algunas brillantes, algas, incluso monedas, colgantes, pulseras, anillos...
  La visita es larga, pero a mi se me pasa en un abrir y cerrar de ojos. Mucho antes de lo que me hubiera gustado.
  Justo antes de regresar a la superficie, Venus me quita el colgante y se lo pone ella. Sus dedos acarician mi cuello, lo que provoca que me sonroje. Ella me mira y sonríe, seguro que lo ha notado. Eso hace que me sonroje aún más. Se me cierran las branquias y salgo a la superficie; nada más hacerlo tomo una bocana de aire frío. Ha sido increíble.
  La luna ya se va acercando al horizonte, es hora de volver. Veo que sale luz por las cortinas. Seguramente mi padre se habrá quedado dormido, pero prefiero no arriesgarme. Le doy un largo beso de despedida a Venus, le hago prometerme que nunca más me visitará en su forma humana y vuelvo hacia el árbol. Empapada, me cuesta mucho más subirlo que bajarlo, pero lo consigo. Entro en el pequeño cuarto de baño que hay en mi cuarto y me seco.
  Cuando termino, me voy a dormir. Mis mis padres no me despiertan hasta las dos, para que baje a comer. Me paso el día pensando en Venus, como de costumbre. Ese día mis padres deciden hacer una excursión por el campo, a la que me obligan a ir. Nos pasamos toda la tarde fuera, por lo que vuelvo muerta de cansancio y bastante tarde. No veo a Venus por ninguna parte del lago.
  Mis padres se van a dormir y yo finjo hacer lo mismo, pero miento. Esta noche haré lo mismo que todas las otras: bajar a ver a la chica que me ha robado el corazón.
  Cuando bajo, sigue sin aparecer. Me siento a esperarla. Pero pasan los minutos, y las horas, y no aparece. ¿Le habrá pasado algo? ¿Habrá decidido dejar de verme? La incertidumbre me está matando.
  Cuando empieza a amanecer, como aún no ha a parecido, me levanto y doy media vuelta, pesarosa. Pero una voz dulce me llama, y enseguida me giro. Ahí está ella.
-¿Por qué has tardado tanto? -Pregunto, intentando fingir estar molesta, aunque me resulte imposible.
-Tenemos que hablar. Ya. Ven, rápido. -Su tono me alarma, ella nunca es tan seria. Me acerco al lago, me siento y le pregunto:
-¿Qué pasa?
-Me han descubierto. Saben que te veo y que tenemos algo -¿tenemos algo? Eso nunca me lo había planteado. La idea me alegra, pero sé que ocurre algo serio. Espero a que continúe -Eso, en el Reino Marino es tremendamente ilegal. Es lo peor que se puede hacer. Lo ven como una traición a nuestra especie. Desde luego, yo no -aclara rápidamente. -Pero me temo que tendremos que dejar de vernos. Supongo que tengo suerte, normalmente me habrían matado, pero por ser hija de quien soy puede que tenga un destino algo mejor. Te amo, nunca lo olvides, ¿de acuerdo? -Se le empieza a romper la voz, y habla muy rápido; varias lágrimas surcan su cara. Siento que mi corazón se rompe el miles de trozos afilados que me desgarran el alma. -Yo... he sido la chica más feliz del mundo estos últimos meses, estando contigo. No se si podríamos considerarnos novias, pero nada me haría más feliz. Lo que hice el primer día... necesitaba salirme de la ley, eso me divertía. Pero fui incapaz de matarte. Te vi, y... me enamoré. Te saqué a la superficie y, con un teléfono que tenía, llamé al hospital. Cuando vinieron a por ti yo ya no estaba. Me alegré mucho cuando te vi volver. Te canté cada noche hasta que conseguí que vinieras en mi busca, te visité cada día que tu falta se me hacía especialmente insoportable. Y hoy... será la última vez que te vea. Lo siento por todo, Denna. Siento todo lo que te he hecho, siento haberte hecho sufrir. Nunca me lo perdonaré.
  »Pero una última cosa. Quiero que te quedes el colgante de mi madre. Por favor, no lo pierdas. Si alguien lo descubriera sería destruido de inmediato. Mi madre me lo dio en secreto, y su madre a ella, y así ha ido pasando de generación en generación. Actualmente se supone que está destruido. Espero que te sirva para escaparte cada vez que lo necesites, para relajarte, para descubrir los secretos del Reino Marino, para escuchar cuando el agua canta. Nunca te olvidaré. Eres la persona más especial que he conocido nunca. Adiós, Denna.
  Me deja el colgante al lado, y me mira, llorando. Yo también estoy llorando. Entro en el río y empiezo a besarla. Ella, sin querer, se corta la mano, pero no piensa desaprovechar el corte. Me arrebata el colgante y se lo pone ella, a continuación mancha el colgante con su sangre, y empieza a transformarse. Se convierte en la chica que conocí aquel día, la turista perdida, pero está totalmente desnuda. A ninguna de las dos nos importa.
  Volvemos a la tierra y nos tumbamos en ella. Venus me quita la camiseta y empieza a besar mi barriga desnuda, cuando para yo hago lo mismo en la suya. Me tumbo sobre ella y continuo besándola por todo el cuerpo. Cuando ya está amaneciendo peligrosamente, me aparta con suavidad y me susurra "adiós" al oído. Se quita en colgante, me lo pone y se lanza al agua. En una última mirada, le susurro "Te amo desde el primer momento en el que te vi, nunca te olvidaré" y se va.
  Me pongo la camiseta, cojo el colgante, subo a mi cuarto y me tumbo en la cama. No tardo en empezar a llorar. Lloro hasta que me duermo.
  Cuando mis padres entran ha despertarme, les hecho de mal humor. No me vuelven a molestar en todo el día, excepto por la tarde, cuando me informan que se van a pasear. Perfecto, así podré llorar más tranquila.
  Sueño con Venus. Sueño que la están castigando por todos los problemas que se ha ganado tan solo viéndome. Sueño que le pegan, sueño con el agua que se tiñe de rojo, con sus gritos, con como los demás piden que muera... y me despierto de golpe. No puedo dejar que eso ocurra.
  Escribo rápidamente una nota a mis padres, diciendo que me voy a dormir unos días a casa de Venus. A ellos se la presenté y piensan que es mi mejor amiga (y la única) de aquí. Dicen que puede quedarse a dormir cuando quiera, o que yo me puedo ir a dormir con ella si sus padres quieren. Espero que no se enfaden demasiado.
  Escondo ropa para que no sospechen. Cojo en colgante y corro hacia en lago. Me lo pongo y me lanzo al agua mientras me salen branquias.
  Sea lo que sea lo que el destino me tenga previsto, espero estar preparada.
  La guerra entra la tierra y el mar ha comenzado de nuevo.

2 comentarios:

  1. Dios me encanta cómo escribes, de verdad *-* Y la historia engancha *_*

    Diario de Pita aproves (?) JJAJAJA no, en serio, me encanta *_*

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Aaaw, muchísimas gracias guapa, nunca me había aprobado un diario(?)jaja, gracias por leer ^^

      Eliminar