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sábado, 9 de agosto de 2014

Cae

  Sus dedos sangran. Resbalan por la piedra, luchando por sostenerse, pero no pueden.
  Cae.
  El viento lucha por contrarrestar su caída, pero no es capaz.
  Cae.
  Las ramas de los árboles le arañan y golpean, luchando por sostenerle, pero no pueden.
  Cae.
  Su esperanza se esfuma, y su vida también. Todo se esfuma.
  Cae.
  Ya nada importa. Todo ha sido en vano. Su corazón se rompe. Su alma muere.
  Cae.
  Grita, mas su voz no nace. Pelea, mas su dolor no muere.
  Cae.
  Y llega al suelo. Impacta. Pero ni siquiera eso es capaz de frenar su caída.
  Y cae.
  Cae al abismo, al mismísimo fuego del Infierno, que le quema y le mata todavía más.
  Y cae.
  Y atraviesa el Infierno.
  Y cae.
  Y miles de cosas se encuentran ante él.
  Y cae.
  Y nada es capaz de frenarle.
  Y cae.
  Y nada es capaz de matarle.
  Cae.
  Por toda la eternidad, cae.
  Adiós, joven guerrero.

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