Y lloraban los astros
al verte amanecer,
pues no había
criatura más bella
en todo el universo.
Y lloraban las nubes
al escucharte hacer magia,
pues no había
mejor músico
en el mundo.
Y lloraba el mundo
al tu poesía contemplar,
al tus ojos vislumbrar.
Y lloraba yo
por no poder tenerte;
y llorabas tú
por tener que perderte.
Y así lloraba
el mundo a tu vera,
esperando una sonrisa sincera,
que le iluminara
y le diera calor.
Y así se congeló
y murió,
al no tener tu sonrisa,
al no tener tu luz,
al no tener tu amor.
Y así, el mundo murió,
por no tenerte;
por no poder soportar
el dolor de tu muerte.
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