Te quiero.
Vistas de página en total
domingo, 10 de agosto de 2014
Un silencio forzado
Te quiero.
sábado, 9 de agosto de 2014
Cae
Sus dedos sangran. Resbalan por la piedra, luchando por sostenerse, pero no pueden.
Cae.
El viento lucha por contrarrestar su caída, pero no es capaz.
Cae.
Las ramas de los árboles le arañan y golpean, luchando por sostenerle, pero no pueden.
Cae.
Su esperanza se esfuma, y su vida también. Todo se esfuma.
Cae.
Ya nada importa. Todo ha sido en vano. Su corazón se rompe. Su alma muere.
Cae.
Grita, mas su voz no nace. Pelea, mas su dolor no muere.
Cae.
Y llega al suelo. Impacta. Pero ni siquiera eso es capaz de frenar su caída.
Y cae.
Cae al abismo, al mismísimo fuego del Infierno, que le quema y le mata todavía más.
Y cae.
Y atraviesa el Infierno.
Y cae.
Y miles de cosas se encuentran ante él.
Y cae.
Y nada es capaz de frenarle.
Y cae.
Y nada es capaz de matarle.
Cae.
Por toda la eternidad, cae.
Adiós, joven guerrero.
Mentiras.
Ojalá todo siguiera siendo como debería ser.
Ojalá la gente siguiera a mi lado. Ojalá le importara a alguien. Ojalá... ojalá no hubiera cambiado tanto. ¿Qué he hecho yo para merecer esto? ¿Tanto asco doy? ¿Tanto...?
Te perdiste. Te fuiste. Me abandonaste.
Te quedaste a mi lado durante el suficiente tiempo como para hacerme creer que de verdad me querías. Me ilusionaste, y después... como un triste loco más, clavaste en mi espalda la espada del olvido.
Y no fuiste el primero.
Ni el último.
Nunca nadie será el último... nunca nadie lo será mientras palpite mi lastimado corazón.
Tan solo la muerte podrá poner fin a esta tortura.
Y después de tantos golpes... después de tanto daño... después de tanto tiempo, y tantas promesas a mí misma de no volver a confiar, de no volver a querer, ¿por qué sigo teniendo fe? ¿De dónde la saco? ¿Y de qué me sirve, si, en el fondo se, que nada va a cambiar?
Tan solo puedo seguir adelante, seguir y seguir, sin destino alguno, como un alma en pena condenada a pasar toda la eternidad en un mundo al que no pertenece... carente de emoción, de sentimientos, pues me han sido arrebatados lentamente, pues me han abierto en canal y los han sacado todos, para que pueda morir en vida.
Al menos podrías decir la verdad. Al menos podrías dejar de mentir, y explicar por qué, por qué te fuiste, me abandonaste, por qué, tras tanta falsa palabra, me has dejado aquí a mi suerte, perdida en un mar enfurecido. Al menos podrías explicarme qué has conseguido con ello, o si vas a volver, o si te has ido para siempre.
Ay, son tan hermosas las mentiras. Como un campo de rosas.
Mientras te mantienes fuera, las admiras, las amas, te enamoras de su forma y su belleza, de su color, de su olor, su delicadeza. Pero una vez están dentro... oh, una vez que estás dentro, te pinchan, sus espinas se clavan en ti, atravesando tu piel, haciéndote sangrar, y, entonces, tan solo tienes dos opciones: o correr, correr y correr hasta el final, mientras miles de espinas te arañan y cortan, te hacen sangrar, correr soportando el dolor, y que el destino decida si vives o mueres; o dejarte caer, y allí, en el suelo, cubierto de barro, esperar una lenta muerte que tardará demasiado en llegar, pero que nunca te dejará escapar...
Así que huiré. Yo sola huiré, tan solo acompañada por mi alma guerrera, huiré de la mentira, huiré de la verdad, y, en un campo de rosas moriré, luchando por llegar al final.