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martes, 1 de julio de 2014

Escribir

  Quiero escribir pero no sé sobre qué.
  Ya he escrito mucho, pero nunca demasiado.
  Y me apetece escribir porque quiero liberarme.
  Pero, dime, ¿sobre qué puedo escribir?


  ¿Escribo sobre ti? Tienes tanto de lo que hablar... Tus hermosos ojos; tu delicada sonrisa. Tus finos rasgos, distantes del mundo; tu distraída mirada, que tan solo tú sabes por donde vaga, en qué pensamientos nada. Tu esbelto cuerpo, tan cautivador. Tu pelo, tus manos, tus pestañas, pómulos, lunares, dedos... todo tú es arte. Un hermoso cuadro que nadie se cansa de contemplar.
  Tal vez podría hablar de otra forma de ti. Podría nombrar tus pensamientos, tu forma de ser. Cómo te ríes y como lloras. Como penetran tus profundas miradas en un alma inocente. Podría hacer tributo a tu inteligencia, astucia. Podría, por otra parte, explicar tu delicado humor.
  Podría hablar de lo fácil que es quererte, o, mirando desde otro punto de vista, lo sencillo que es odiarte.
  Podría hablar tanto de ti. Pero no, hoy no. Esta noche no.


  Podría hablar también de mi. Exponer mis miedos, mis preocupaciones. Liberar la rabia y el dolor mediante palabras. Explotar en una marea de sentimientos y plasmarlos. Decir mis gustos, o aficiones, o forma de ser, o cualquier cosa. Podría explicaros mis sueños y metas en la vida. Las dificultades que tengo para alcanzarlas.
  Podría hablar tanto de mi. Pero no, hoy no. Esta noche no.


  Podría, tal vez, describir un hermoso bosque. Oscuro, misterioso, peligroso. Como un callejón en una gran ciudad. Su hierba, como se mueve ligeramente al son de las hojas de los árboles, bailando un vals con el viento. Los imponentes troncos, las delicadas flores. El fresco riachuelo que corre allá por lo bajo, siendo hogar de plantas, animales y anfibios; resguardando y transportando rocas y tierra.
  Podría hablar tanto del bosque. Pero no, hoy no. Esta noche no.


  Podría hablar de la luna. Tan hermosa, blanca, pálida, fría. Contar mitos e historias sobre ella. Contemplarla pasar toda la noche, embobada, enamorada de su tenue luz, que protege los secretos de la noche, que guía a las pequeñas criaturas. Cantarle canciones, recitarle poemas.
  Tan imponente y respetuosa me observa desde el firmamento, invitándome a explorar el horizonte...
  Podría hablar tanto de la luna. Pero no, hoy no. Esta noche no.


  Podría escribir historias; de héroes, de diosas. Inventármelas e intentar que sean hermosas, entretenidas. Que gusten a la gente. Que reflejen mis pensamientos, sentimientos, emociones. Escribir por placer, o simplemente por aburrimiento. Historias alegres, tristes, misteriosas, típicas, originales. Narrar amores imposibles, grandes luchas, vidas de héroes y asesinos, nobles y pobres. Jugar por un rato a ser dios y crear mi pequeño mundo ideal, en el que todo es y ocurre a mi antojo.
  Podría narrar tantas historias. Pero no, hoy no. Esta noche no.

  ¿Sobre qué escribo, pues? Si esta noche no voy a dedicarte mis dulces o duras palabras, ni voy a expresar lo que siento. Si no voy a describir profundos bosques, ni a intentar enamorar a la luna, ni a narrar historias improvisadas.
  Esta noche... esta noche simplemente voy a escribir. No importa que no tenga sentido o que me quede mal. No importa si desvarío, me voy del tema o me enrollo demasiado con algo. No me importa. Hoy no.
  Porque, querida escritura, hoy yo soy tuya, y tu eres mía.
  Adelante.
  La noche te pertenece.

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